sábado, 21 de diciembre de 2013

Consejos de una Psicóloga para nuestros alérgicos

     En lo personal me encanta la comida! Los dulces son casi una adicción para mí. Me encanta probar comidas nuevas y he comido varias cosas consideradas “exóticas” donde vivo. Cuando me pidieron escribir este artículo lo primero que se me vino a la cabeza fue pensar cómo aquellos niños con alergias eran privados en fiestas de cumpleaños y celebraciones y las típicas cosas que comen los niños a esa edad, papas fritas, suflitos, bebidas y La Torta (sobre todo la torta), son vistas como frutos prohibidos (sin considerar que luego de esta descripción se me hace que deberíamos cambiar nuestro menú a la hora de elegir la comida en celebraciones). En fin, sólo pensar que tienen esta privación se me parte el alma, pero pongámonos a pensar en la siguiente situación: cómo sería visto un cumpleaños desde los ojos de un niño con alergias alimentarias. La naturaleza de los niños es curiosa. Una mamá maniática que no deja a su hijo ni un solo segundo, no se vaya a echar lo ¨prohibido¨ a la boca, porque hay que decirlo: sufren las madres y sufren los hijos. Un niño que no entiende por qué no puede descubrir este mundo dónde todos comen lo que él no puede. Y el resto de los niños no entendiendo por qué no puede comer a destajo dulces y aperitivos tal cómo ellos lo hacen. En conclusión: el niño con alergias queda como el bicho raro.  . . La madre sufre cada vez que tiene una invitación a comer afuera.
       
      Muchos niños tienen prohibiciones de “comer”, que no son necesariamente médicas. Qué pasa con un niño judío que sólo puede comer kosher, o un niño hindú de familia vegetariana, dónde tiene prohibido comer carne? Son acaso más extraños que los niños que padecen alergias alimentarias. Yo diría que no.

He aquí algunos tips que pueden ayudar a que el proceso sea más fácil:
  
  • Contención: Es importante que la familia que rodea al niño, desde que se declara la enfermedad, cree un ambiente de contención y seguridad. Es un error inducir al niño a creer que el mundo para él tiene mucho más problemas que para el resto. Este lenguaje se entiende desde la cuna. Actuar con calma cuando por error el niño introduce algún alimento prohibido a su boca. Explicarle (los niños entienden desde muy temprana edad) que si come eso puede que le cause malestar, que es mejor que no lo quiera comer: “Si comes esto puede que luego te duela la guatita. Es mejor que no lo quieras comer”. Jamás castigar o enfadarse.

  • Informarse e informar: Muchas veces se generan confusiones, falsas expectativas o prejuicios por ignorancia. Explique al resto entorno familiar lo que sucede con el niño. Que es un niño normal como cualquier otro con la diferencia que no puede comer ciertos tipos de alimentos. Si se queda una noche en casa de los abuelos o amigos lleve una lista con los alimentos que no puede consumir. He visto que en varios servicios de salud ofrecen charlas para las familias de niños con alergias alimentarias.

  • Busque ayuda: Muchas veces las familias con niños que padecen alergias alimentarias pueden sentirse como que son únicos e incomprendidos en un mundo “no alérgico”. Sin embargo son miles las personas que deben estar pasando por una situación parecida y nada mejor que intercambiar experiencias personales, contar historias, recoger tips útiles de otras familias que quizás tienen más trayectoria en esta situación. Existen blogs y páginas como www.creciendoconalergias.cl , http://www.apfed.org/drupal/drupal/index.php o http://www.community.kidswithfooallergies.org/ que pueden servir de mucha ayuda y le darán ideas tan originales como llevarle la comida al niño con alergias alimentarias en una “cajita feliz” o lonchera especial cuando tengan que salir y no pueda comer la comida del lugar.

  • Solidaridad: que en casa se cocine igual para todos. Es más fácil para la madre, quien no se vuelve loca pensando qué cocinar para cada uno de los miembros de la familia. Además queda más que demostrado que la cocina sin es igualmente rica que cualquier otra y tiene la ventaja de ser más sana.

  • “No quiero”: Enseñar al niño a decir “no quiero eso, gracias”, en vez de “no puedo”. La anfitriona del cumpleaños ofrece al niño un plato lleno de “prohibiciones” (papas fritas, dulces y un pedazo de torta), si el niño dice “no puedo” los irresistibles instintos maternales aflorarán en cualquier persona y sentirán lástima por él: “pobrecito, no puede comer…” y vendrán las preguntas a la madre o al niño.   En cambio, en la misma situación, el niño diciendo “no quiero”, pues… no pasa nada; el niño no quiere y punto. Un acto de libertad y autovaloración.

  • Cambio: Este es un punto importante. En muy difícil cambiar. Siempre se ha cocinado en la casa de una determinada forma, y aunque estemos formando una nueva familia, con nuevas costumbres, nunca falta incorporar a la cocina la receta de la abuelita, o la comida preferida que nos cocinaban en casa. Para aquellos a quienes no les va mucho esto de la cocina siempre pueden encontrar herramientas útiles, cómo este maravilloso blog, en el cual pueden encontrar exquisitas recetas de lo más variadas que seguro le ayudarán en la creación de deliciosos menús alternativos.

  • Lo fundamental es actuar con naturalidad, asumir que efectivamente existe una condición especial, aceptar y adaptarse a esa condición. 



La experiencia de una familia muy cercana a la mía lo dice: Se puede vivir en un “mundo sin”.

María Jesús Quiroga
Psicóloga 

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